CONVIVIR CON EL COVID-19

Enfrentados a la enfermedad por coronavirus COVID-19 y sus nuevas variantes que se extienden por todo el globo terráqueo a una velocidad sin precedentes, hace que de nuevo estamos viviendo lo que para la mayoría de nosotros es una situación de alto riesgo, en todos los sentidos.
Tras ser declarada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como pandemia global el 11 de marzo de 2020, nosotros, las personas, nuestros hogares, nuestras familias, nuestro núcleo social, hacemos frente a la naturaleza traumática de los contagios. Tal situación implica condiciones de distanciamiento social, aislamiento en el propio domicilio, limitaciones y suspensiones de ciertas actividades. Con la diferencia que esta vez, casi dos años después de su inicio, no se trata de evitarlo a toda costa. Esto ya resulta imposible, ya que su carácter invisible e impredecible nos obliga a convivir con ello, sin más.
Es un cambio de paradigma importante. Y es normal que ante situaciones a las que nunca nos hemos expuesto, o que despiertan en nosotros sentimientos de ambivalencia, en un primer momento podamos sentir que nos faltan herramientas con las que hacer frente a la misma.
La ambigüedad, la incontrolabilidad, el elevado nivel de incertidumbre, … son ingredientes perfectos para que aparezcan pensamientos y emociones no del todo adaptativos. En este sentido, la OMS reconoce que la crisis del coronavirus y las medidas para su contención están ejerciendo un fuerte impacto psicológico en las personas de todas las edades.
La evidencia científica actual sobre el impacto psicológico de la pandemia de COVID-19 indica un grado elevado y significativo de afectación reflejada a través de incrementos en los niveles de ansiedad, depresión, miedos, estados paranoicos y otras manifestaciones emocionales con respecto a una posible infección.
Muchos son los estudios que proporcionan información relevante respecto a los efectos de la pandemia de COVID-19 sobre la salud mental de las personas. En un reciente estudio de Sandín, Valiente et al. (2020) se hallan que en más de 40% de las personas presentan cuatro categorías de miedos al coronavirus relacionados con: (1) el contagio, enfermedad y muerte, (2) la carencia de productos de consumo básicos (bienes de primera necesidad), (3) el aislamiento social, y (4) el trabajo y la pérdida de ingresos. Los mismos autores, a este respecto, pusieron de relieve que la situación especial generada por el coronavirus y el confinamiento también puede generar efectos positivos y/o enriquecedores. Entre algunos cabe señalar: valorar nuevos aspectos de la vida, conocer o vivir nuevas experiencias positivas, aprender a valorar cosas importantes de las que antes no era consciente, o descubrir nuevas capacidades o aficiones.
En otro estudio, publicado por Liu et al. (2020) se observó la presencia de los efectos psicológicos (síntomas de estrés postraumático y alteraciones del sueño) de la COVID-19 en personas de población bajo cuarentena global.
Otros autores examinaron el impacto de esta pandemia sobre diversas variables de salud mental, incluyendo los síntomas del trastorno de ansiedad generalizada (Cao et al., 2020), y la exposición a las redes sociales y la sintomatología de ansiedad y depresión (Gao et al., 2020). En la misma línea, Roy et al. (2020) investigaron los niveles de ansiedad asociados a la pandemia, los problemas de sueño, y el malestar relacionado con la información proporcionada por los medios de comunicación. También, se halló que la exposición continua al estrés en la actual pandemia COVID-19 puede afectar a las funciones cognitivas, afectivas y conductuales, y además puede generar alteraciones metabólicas e inmunológicas de las personas (Muñoz-Fernández et al., 2020).
Por último, se ha constatado una afectación negativa a otras facetas psicológicas como la conducta sexual (Ballester-Arnal et al., 2020; Nebot-García et al., 2020), el equilibrio laboral –balance ocupacional– (González-Bernal et al., 2020) y la perturbación de la vida cotidiana (Parada y Zambrano, 2020).
Tras esta pequeña revisión de las publicaciones, se observa un importante efecto de la pandemia sobre los niveles de malestar psicológico clínico en la población general, concretamente en las variables referidas a sintomatología ansiosa y depresiva. En este sentido, resulta necesario desarrollar estrategias de detección e intervención psicológica especificas dirigidas a paliar dicha problemática, con especial relevancia aquellas dirigidas a minimizar el miedo al contagio.
Por supuesto, la actual situación puede afectar a cómo te sientes, cómo actúas y qué piensas. Muchas de las reacciones pueden ser normales y lógicas ante lo experimentado estos meses, no obstante, no tiene que mermar nuestra vida y por eso, ofrezco este decálogo para gestionarlo mejor:
  1. Cuídate: sabemos que, en la situación de pandemia, ante nuevos contagios y distanciamiento social hacer “vida normal” resulta algo complicado. Intenta mantener tu cuerpo y mente activa. En la medida de tus posibilidades, fomenta contacto con la naturaleza, haz ejercicio al aire libre, pasea, practica algún deporte... Entender que somos vulnerables tanto física y mentalmente es crucial, lo cual, ante posibles alteraciones, por ejemplo, del sueño y del apetito procura comer de manera saludable y evita el incremento de los hábitos que puedan poner en riesgo tu salud como beber demasiado alcohol o fumar. Igualmente, intenta dormir las horas razonables según tu edad y regula las horas de acostarte y de levantarte.
  2. Habla con amigos y familiares: fomenta tu comunicación, que sea segura y afectiva, aunque a veces tenga que ser a distancia, crea y utiliza esa red de apoyo. Somos seres sociales, necesitamos socializarnos, nos enriquece hablar, cuidar, querer y proteger. Permanece conectado con tus seres queridos. No conviertas el distanciamiento físico en distanciamiento afectivo, lo cual no te aísles emocionalmente. El confinamiento y las restricciones nos colocan en una situación difícil a nivel social y afectivo, pero la tecnología nos permite estar un poquito más cerca de ellos… Aprovéchalo.
  3. Observa, reconoce, identifica, indaga y acepta lo que está sucediendo en tu interior e intenta poner en palabras lo que estas sintiendo. ¿Qué es lo que sientes? (impotencia, tristeza, angustia, confusión, enfado, miedo, …) ¿Qué pensamientos repetitivos aparecen?, ¿Con qué intensidad? Exprésalo a tus personas de confianza ¿Qué es lo que más te duele de lo que está ocurriendo? ¿Cómo podrían ayudarte? ¿Qué necesitas para afrontar mejor este momento? Recuerda que no podemos controlar cómo nos sentimos, pero sí podemos aprender a gestionarlo de forma más saludable.
  4. Procura llevar a cabo las medidas y recomendaciones de las autoridades sanitarias: no trivialices ni tampoco magnifiques el riesgo real que tiene la situación. Reflexiona y conecta con la idea de que hay acontecimientos en la vida no podemos controlar, intenta asimilarlo y procura hacer bien las cosas para que no te hagan daño y sufrimiento añadido ni a ti, ni a tu entorno más cercano. Se precavido y prudente. Asume la responsabilidad, compromiso y pon en marcha las medidas de prevención del contagio o en caso de sospecha de tener la infección.
  5. Date tiempo para recuperarte de esta época tan desgastadora, y esa recuperación lleva tiempo. No olvides que tienes derecho a tus sentimientos. Nadie sabe exactamente cómo es para ti afrontar la pandemia, enfrentarte a los contagios, a los miedos, a las pérdidas que podías haber sufrido. Nadie ha recorrido exactamente el mismo camino que tú. Tienes derecho a sentir cómo te sientes respecto a esta situación.
  6. Exponte gradualmente a las situaciones que te generan miedo. Puedes hacerlo poco a poco, a tu ritmo. Si es el miedo al contagio, por ejemplo, puedes salir acompañado, en horas de menos afluencia de personas, buscar lugares abiertos (parques, terrazas, …) Si tienes algún encuentro social o celebración, puedes llevar lo que necesites que te aporte seguridad (mascarillas, gel desinfectante, guantes …). No te preocupes, si estos comportamientos o medidas solamente las realizas tú, es lo que necesitas en este momento para tener seguridad y calma.
  7. Evita la sobreexposición informativa ya que ésta puede generar en ti una sensación de hipervigilancia, alarma permanente y fomentar pensamientos catastrofistas. Utiliza fuentes de información fiables, validadas, oficiales y científicas. Evita alimentarte de miedo estando permanentemente conectado; este exceso de información aumentará tu sensación de malestar emocional y descontrol. Ponte límites de ver o escuchar las noticias y combate la alerta con el conocimiento. Busca y promueve espacios y rodéate de personas con los que puedas hablar de otros temas, que el tema del coronavirus no monopolice las conversaciones.
  8. Concédete momentos de soledad, de reflexión, para priorizar lo esencial, para valorar lo ocurrido y para gestionar lo que está por venir y para fomentar nuestra resiliencia antes situaciones adversas de cara a futuro. Recupera y/o crea tus nuevos proyectos, sueños, cuida tus valores, refuerza tus actitudes y creencias.
  9. Permítete llorar pero también fomenta situaciones hilarantes, experiencias de humor y distracción. Crea y apasiónate con alguna afición, lleva a cabo actividades placenteras (música, baile, viajes, juegos, cine, teatro, museos, gastronomía, idiomas, lectura, pintura, relajación, meditación, …), engánchate a la vida porque aún nos queda Mucho por Vivir y sobre todo se trata de Vivirlo Bien.
  10. Considera el apoyo psicológico como un recurso. Las personas tenemos una gran capacidad para adaptarnos a los cambios, pero si observas que tus emociones son muy intensas, poco adaptativas, no puedes hacerlas frente, se prolongan más de lo previsto, si presentas alteraciones en diferentes áreas de tu vida, dificultades cognitivas, emocionales y físicas o cuando tus reacciones son desproporcionadas (intenso malestar, elevada ansiedad, aislamiento, miedos, pensamientos incapacitantes, …) entonces consúltalo con un profesional.
Indudablemente nos movemos por un escenario incierto, dominado por la contradicción, la desconfianza, la incertidumbre, la ansiedad, la angustia, el miedo, la preocupación, entre otras. De hecho, podemos observar un efecto pernicioso sobre nuestro bienestar emocional y social, y cada vez con más frecuencia buscamos ayuda psicológica. Sería de gran relevancia la implementación de programas de intervención y prevención sobre los efectos psicológicos relacionados con la actual pandemia y, especialmente, con la situación de amenaza por las nuevas variantes que estamos viviendo ahora. Estos también podrían contemplar, por ejemplo, la gestión de la información y la contaminación informativa, o el abordaje de los miedos, anteriormente mencionados. Además, otro aspecto a constatar podrían ser las experiencias positivas de esta situación de adversidades generada por la pandemia, es decir, utilizarlas ya que pueden ser también de gran valor para fortalecer la salud y resiliencia de las personas afectadas, y podrían ocupar un papel importante. Todo ello, con el objeto de mejorar la Salud Mental de las personas afectadas por la especial situación psicosocial relacionada con el coronavirus.
AUTORA: EMILIA CIERLITZKA