EDUCACIÓN SEXUAL ¿Cuándo hablar de la sexualidad con nuestros hijos?
La sexualidad se refiere a una dimensión básica del desarrollo evolutivo, ya que somos seres sexuados a lo largo de todo el ciclo vital. La forma de su expresión y su vivencia repercutirá en nuestro bienestar físico, emocional y psicológico, tanto en niños y adolescentes como en adultos.
Anteriormente, la sexualidad ha sido negada durante la etapa infantil ya que se consideraba que esta surgía a partir de la pubertad. Sigmund Freud dio a conocer que los niños también tienen sexualidad y que las primeras experiencias afectivas influirán, de manera crucial, en la vida futura de un sujeto.
Los deseos de conocer e interpretar las diferencias corporales y las conductas sexuales propias y de los demás lleva a los niños y niñas a hacer numerosas preguntas y a elaborar algunas teorías infantiles, se crean numerosas dudas e inquietudes. Hablamos de edades muy tempranas, 3-5 años, cuando surge el interés por estos temas. Por lo tanto, es importante proporcionales la información conforme a su desarrollo intelectual. Debemos de promocionar la salud sexual de una manera más global (desde explicaciones sobre las diferencias, las diversidades, pasando por la prevención de enfermedades; otros problemas sexuales, hasta alcanzar más altos niveles posibles de bienestar de las personas).
Los objetivos de dicha educación son básicamente tres: informar, educar y orientar. En muchas ocasiones nuestros temores personales o la propia desinformación impiden hacerlo de forma correcta. Por eso es tan importante conocerse previamente a uno mismo y romper con los tabúes. Tampoco está de más consultar con un profesional o solicitar un consejo a alguien a quien se confiera autoridad.
Los contenidos de esta educación para la sexualidad deben ser diseñados teniendo en cuenta además del marco de derechos y la perspectiva de salud y bienestar, los siguientes parámetros:
· La perspectiva de género.
· El respeto a la diversidad.
· La especificidad cultural y de contexto social (incluyendo el trabajo con las comunidades)
· Incluir el trabajo de prevención del maltrato sexual, trabajando con el niño como posible víctima y como posible agresor.
La familia, el entorno, la escuela, los iguales, las amistades y los medios de comunicación son los que proporcionan información sobre contenidos sexuales, ya sea de manera formal o informal, intencional o casual, programada o incidental. La familia e iguales fomentan la adquisición de las normas básicas de convivencia, de una comunicación afectiva, desarrollo de su seguridad personal y capacidad de autonomía, entre otros. Las nuevas tecnologías de la comunicación (TIC) ponen a disposición datos para satisfacer necesidades, curiosidades y dudas sobre la sexualidad.
También, la escuela aporta información sobre la misma, de manera más o menos explícita, ya sea como parte de temario de una asignatura o unas actividades aisladas. No obstante, estos programas educativos abarcan los aspectos biológicos y fisiológicos dentro de las Ciencias Naturales en el tramo de Secundaria y dentro del área de Conocimiento del Medio en la etapa de Primaria, por lo que falta profundizar los conocimientos para capacitar al individuo para que desarrolle sus propios valores y actitudes que le permitan realizarse y vivir su sexualidad de una manera sana, positiva, consciente y responsable dentro de su cultura, época y sociedad.
La educación para la sexualidad incluye una variedad de materiales y programas, que pueden ser implementados en el aula por el profesorado o también en casa y que incluyen orientaciones pedagógicas, guías didácticas, documentos complementarios, fichas de trabajo individual y grupal. Ésta ha de ser un elemento obligatorio de la educación para lograr el desarrollo óptimo de cualquier persona desde la primera infancia. Además, la educación para la sexualidad debe ser comprendida en el marco de los derechos humanos.
Autora: Emilia Cierlitzka